
Sí, ya has empezado a trabajar en ti. Probablemente porque has tenido una experiencia muy dura, o porque has llegado a tu «límite». Y has buscado por todos sitios, hasta dar con un profesional que te transmite confianza.
Por el camino, te has topado con decenas de afirmaciones prácticamente calcadas: «haz este taller y serás feliz», «sigue mi método y descubre cómo estar bien para siempre», «di adiós a tus preocupaciones, ilumínate» …
Y te lo has creído, tal cual, literalmente.
Ha pasado el tiempo, y ves que sigues teniendo días «malos», que los resultados que todos prometen no acaban de llegar, o llegan, pero no se mantienen.
Entonces descubres que TODO es gradual, que los resultados pueden llegar, e incluso mantenerse, y que sigue habiendo días «malos». Descubres que TODO es un proceso, en el que encontramos la meta y una dirección para llegar, y que no existe un día en el que te despiertas por la mañana, y está todo «resuelto».
Y compruebas que nadie usa esa palabra -«proceso»-, quizás porque prometer resultados fáciles, perfectos, espectaculares, es mucho más atractivo como gancho para conseguir más clientes/pacientes/consultantes.
Puedes estar tranquilo/a. Si pones interés, de verdad, desde tu interior, y comienzas ese camino, es muy probable que estés cada vez mejor, que la paz y la felicidad se instalen de forma cada vez más clara, que se mantengan cada vez más tiempo. Habrá días «de esos», pero estarás cada vez mejor. Un pequeño detalle: recuerda siempre, siempre, que estás «de camino», y que nunca llegarás a vivir una perfección absoluta.